domingo, 4 de julio de 2010

Los pies y la cabeza

"Si tienes los pies fríos, cúbrete la cabeza", dice un refrán de origen desconocido que aprendí en tierras de inviernos gélidos. Cuántas veces nos habremos puesto tres pares de calcetines y habremos seguido teniendo los pies helados. Cuántas veces el entrenador habrá puesto más delanteros en el campo y su equipo habrá creado todavía menos ocasiones que antes de hacer los cambios. Cuántas veces habrá metido a otro defensa y a su equipo le habrán creado todavía más ocasiones.

Las soluciones menos obvias, que recorren caminos aparentemente mas sinuosos, a veces son mucho más efectivas que las aparentemente más directas. La cabeza es la mayor superficie del cuerpo humano expuesta a la intemperie y, por lo tanto, la parte del cuerpo por donde se pierde más calor los días de frío. Cúbrase la cabeza, en especial las orejas, y verá que contentos se ponen sus pies.

No tengo el placer de conocer a Del Bosque, ni a nadie que me pueda informar sobre sus procesos mentales. Lo que aparenta desde fuera, espero que me sepa disculpar si me equivoco, es que tiende a pensar en soluciones directas y a desdeñar las menos obvias. En su mentalidad de entrenador clásico, los defensas defienden, los centrocampistas ayudan en la defensa y organizan, los extremos centran y los delanteros rematan. Para Del Bosque, como para el gran Boskov, el futbol es muy simple. Fútbol es fútbol. La diferencia entre los equipos la pone la calidad de los jugadores.

En realidad, la solución de cubrirse la cabeza cuando se tiene frío tambien es muy simple. En cambio, el razonamiento que lleva a ella, no tanto: es el producto de haber comprendido cabalmente el problema que se quiere solucionar sin dejarse distraer por el síntoma. Porque cuando se tiene frio en los pies el síntoma nos pide a gritos otro par de calcetines y cuando se va perdiendo el síntoma nos pide a gritos otro delantero.

Esta España de Del Bosque en el Mundial de Sudáfrica crea pocas ocasiones, mete pocos goles, traspasa pocas veces la línea defensiva rival y pisa poco al área contraria. Tira muchas veces, pero desde posiciones muy malas, casi nunca entre los tres palos. Tiene bastante posesión, pero le saca muy poco jugo. En pocas palabras, tiene poca verticalidad. Las soluciones más obvias son o bien meter a otro delantero o bien a uno o dos extremos. Ya las ha probado todas, con resultados decepcionantes.

Haría bien Don Vicente en comprarse un buen gorro o un sombrero y meter al menos a un centrocampista más desde el inicio; incluso dos si se atreviese. Él tendría los pies calientes y el equipo no sólo dominaría más el juego, cansaría más al rival y estaría mas seguro en defensa, sino que además crearía mucho más peligro y la mayoría de los partidos se decantarían a su favor con mucha menos angustia.

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