martes, 13 de julio de 2010

Holanda 0 - España 1




Anuncié que tardaría unos días en recomponerme, y así ha sido. Supongo que acabamos todos los seguidores de la selección española, españoles y de otras nacionalidades, en España y en muchos otros rincones del planeta, con la misma sensación de feliz agotamiento, de borrachera de alegría que nos dejó a muchos una magnífica resaca de fútbol. España es la actual campeona del mundo, y había que celebrarlo durante unos días.

Bueno, quiero decir que supongo que esto acabará pronto, dentro de unos días. Supongo que dentro de unos días dejarán de ponérseme los ojos acuosos y la sonrisa boba mientras camino por la calle y la imaginación me lleva sin querer al emboque de Villa de poste a poste, al cabezazo de Puyol, al gol de Iniesta; o que dejaré de descubrirme en la cola del cine o en un pasillo del supermercado apretando el puño, como si acabase de pitar el árbitro el final del partido. Digo yo que esta resaca estará llegando a su fin. Y si no acabase pronto, casi mejor. Bien pensado, por favor, que dure por lo menos cuatro años más, o toda la vida.



Me parece que la otra razón que ha demorado esta última entrada, además de la resaca, es que me da pena despedirme y lo he estado retrasando inconscientemente. Vayamos cuanto antes, pues, al análisis de la final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.

Holanda salió con el guión que habíamos anticipado en las reflexiones previas al partido: salió con la consigna de cortar por las buenas o por las malas la fluidez de la circulación del balón española. Menos previsible era el grado de violencia que empleó. Algún dato manejaba Van Marwijk sobre el árbitro inglés, Howard Webb, que le llevó a confiar en que no habría explulsiones por las entradas antideportivas ni por las faltas reiteradas de un mismo jugador, y no se equivocó. Debo añadir que en todo lo demás el árbitro estuvo casi impecable (casi, porque en la prórroga hubo un penalti a Xavi Hernández clarísimo que no supo ver; y la jugada del gol de Iniesta llegó precedida de un saque de esquina no concedido a Holanda también erróneamente).

Sin duda, su principal error, el más grave, fue la mala administración de las tarjetas, no sólo por no haber expulsado a algún jugador holandés mucho antes, sino también porque en la escalofriante entrada de De Jong debió aplicar la ley de la ventaja en vez de parar el juego. Iniesta se iba solo por el carril del 6. Parado el juego, la tarjeta debió ser roja. En descarga del árbitro, hay que decir que Van Bommel se cruza por delante de Webb justo en el momento del impacto. El árbitro intuye la falta, pero no la ve bien, como no la vimos bien en directo en televisión por el mismo motivo (la cámara tenía el mismo ángulo de visión que el árbitro) hasta que la repitieron desde otra toma. Lo extraño es que el linier no lo viese.



Lástima, porque la mala administración de las tarjetas deslució el partido y estuvo a punto de costarle muy caro a España, a la deportividad y al fútbol.

Así fue el planteamiento holandés: poco ambicioso, violento, triste. Holanda tuvo un 37,1% de posesión. España, un 62,9%. Parecidos porcentajes al Inter de Mourinho que derrotó al Barcelona en Milán, con la enorme diferencia de que el Inter jugó con deportividad. En cualquier caso, igual que el Inter en San Siro, con tan poca posesión Holanda podría haber ganado la final.

No insistiré en lo que ya todos sabemos: la importancia de las paradas de Casillas, el oficio de Puyol para estorbar a Robben sin ser expulsado, el espléndido y sordo trabajo de Capdevila, la solidez brillante de Piqué, la excelente línea del fuera de juego (bravo a todos los defensas y bravo a Del Bosque), las recuperaciones del omnipresente pulpo Busquets (ese pulpo sí que fue importante), las ayudas de Alonso y el recital de malabarismo para no perder la pelota de Xavi e Iniesta. Todos esos factores fueron claves para acabar levantando el trofeo, y también fue clave que acompañase un poco la suerte. Obsérvese, no obstante, que esa lista de factores clave es una lista de factores defensivos. Enseguida diré algo más sobre ese hecho, o mejor dicho, sobre su reverso, la ausencia de factores ofensivos determinantes en el partido, excepto uno capital: la entrada de Fábregas.

El juego de España en la final pasó por cuatro fases muy reconocibles. Las voy a describir con bastante detalle y luego pasaré a reflexionar sobre ellas. Si le resulta tedioso el relato detallado, no dude en salárselo y pasar directamente al análisis que figura a continuación. Las cuatro fases fueron:

FASE 1: Hasta el minuto 11, España creó tres ocasiones claras de gol, dos a balón parado, el cabezazo de Sergio Ramos en una falta lateral y la bolea de Villa a la salida de un córner, y una de una jugada que termina Ramos solo ante el portero tirando desviado, cuando tenía un tiro franco y un claro pase atrás. Del Bosque le gana la partida a Van Marwijk en esta primera fase, durante los 11 primeros minutos de partido.

FASE 2: Entre el minuto 11 y el 59, se estancó el juego ofensivo español. Hubo que esperar al minuto 37 para ver un tiro lejano y desviado de Pedro. Y no hubo más oportunidades en la primera parte, en la que España había tirado una sola vez entre los tres palos: el cabezazo de Ramos. Holanda se fue al descanso satisfecha de estar controlando defensivamente el partido. Van Marwijk le estaba ganando la partida a Del Bosque durante los 48 dolorosos y aburridos minutos de esta fase del encuentro.

FASE 3: Entre la salida de Navas y la de Fábregas, es decir, entre el minuto 59 y el 85, España pierde la pelota con más frecuencia, rifa muchos balones largos desde la defensa y concede la alternancia en la posesión. Ese cambio de panorama lo causa la retirada de un hombre de la media punta que se intercambiaba con los centrocampistas, Pedro, y su sustitución por un hombre al que se le pide pegarse a la banda, Navas. Ante la ausencia de un centrocampista, Holanda creó en esa fase sus ocasiones más claras, en el minuto 61 y el 82.
También España tuvo su ocasión más clara hasta ese momento: en el 69 Navas centra raso, falla Heitinga el despeje y el balón le cae franco a Villa, pero la pega precisamente hacia el palo largo y hacia el defensa holandés caído en el suelo, que en el último suspiro estira la pierna con tan buena fortuna que desvía el tiro del español.
Todavía tendría España dos jugadas más de peligro: en el minuto 76, Villa entra en el área con dos paredes con Xavi, pero le tapa el tiro otra vez Heitinga; en el 82 un Xabi Alonso adelantado por primera vez en el partido está acompañando la jugada de ataque y acaba en la banda izquierda, combina con Iniesta, que con una maniobra de anguila se le escurre al defensa y entra en el área con posibilidad de tirar, pero se entretiene y se la roba Sneijder. En esta fase, el balance de la salida de Navas ha sido la pérdida de la posesión española acompañada de dos ocasiones clarísimas de Holanda por una de España. Van Marwijk sigue ganándole la partida a Del Bosque.

Fase 4: entre el minuto 85 y el final del partido. A partir de la entrada de Fábregas por Alonso en el minuto 85, cambia el partido. España recupera la posesión y por primera vez tiene toque y profundidad. En el minuto 91 Iniesta, Xavi y Fábregas trenzan una jugada de tiquitaca que termina en un penalti a Xavi de esos que los árbitros no suelen pitar, porque el jugador holandés pone su pie para que Xavi le pegue a él en vez de al balón. En el minuto 94, Iniesta mete un pase en profunidad a Fábregas, que pierde el mano a mano con el portero holandés. En el minuto 96, por primera vez en el partido, España mueve el balón en corto de banda a banda en una jugada de 12 pases al primer toque que termina en un centro de Capdevila despejado a córner por un defensa. En el minuto 98, jugada de ocho combinaciones desde la defensa que termina en un pase en profunidad de Fábregas a Iniesta dentro del área, que tiene solo a su izquierda a Villa y a su derecha a Navas, pero incomprensiblemente ni los había visto antes de recibir ni levanta la cabeza cuando recibe el pase en carrera, trata de hacer la jugada individual y pierde el balón. El panorama ha cambiado completamente, España tiene la posesión y ahora sí genera mucho peligro. En el minuto 100, Casillas saca con la mano en largo a Fábregas, que en el centro del campo hace un control orientado imposible de 180º, se la pasa a Villa, que centra a Navas y éste tira al lateral de la red después de que el balón toque en un defensa. La periodista española a pie de campo dice que suenan los primeros olés del todo el partido. En el minuto 103, la transición desde la defensa llega a Fábregas en el centro del campo en cuatro pases y éste decide avanzar en solitario entre tres defensas y tirar desde el borde del área, desviado por poco. En el minuto 104, ocho pases al primer toque terminan en la expulsión de Heitinga. En el minuto 115, gol de Iniesta. En esta última fase, Del Bosque por fin le gana la partida a Van Marwijk.

ANÁLISIS

Cabían pocas dudas sobre el planteamiento de Holanda. Si este humilde bloguero pudo anticiparlo, el equipo técnico de Del Bosque lo supo desde mucho antes. La cuestión, entonces, es si el planteamiento y las decisiones durante el partido del seleccionador español fueron los adecuados para la previsible estrategia del rival.

A la vista del resultado, lo fácil es decir que sí, que Del Bosque merece una puntuación de 20 sobre 10, como dijo José Sámano en una entrevista digital después del partido. A la vista del juego desplegado, en cambio, me parece que el planteamiento era mejorable. Me parece que una vez más Del Bosque acertó sólo al final, cuando se vio sin el balón y recibiendo oportunidades muy claras en contra, y sobre todo, cuando ya sólo quedaban 5 minutos de partido. Sólo entonces decidió desmontar el doble pivote, recuperar el balón y darle un giro más ofensivo al centro del campo español.

Ya había hecho el mismo cambio contra Paraguay, con idéntico efecto de transformación radical del partido, de anulación absoluta del rival y sucesión de oportunidades. La gran pregunta es si acaso España no podría haber jugado así desde el principio de cada partido, desde el principio del mundial; si acaso no ve que Del Bosque con ese dibujo no se arriesga más, sino menos, porque se controla más el partido y se llega más y mejor, y al crear más ocasiones el rival retrocede; si acaso no valía la pena buscar un gol que hubiese abierto a Holanda mucho antes. Bien, lo del gol tempranero es incontrolable, de acuerdo. Convendrán ustedes conmigo, no obstante, en que desde el banquillo se pueden aumentar las probabilidades de que llegue. Con un planteamiento reservón, es mucho más probable que el gol se haga de rogar, ¡y vaya si se hizo de rogar! Del Bosque no sólo jugó la final con miedo: jugó con fuego.

Reconozco, no obstante, que España pudo haber marcado mucho antes, y si alguna de esas oportunidades fallidas hubiese entrado, hoy podríamos estar hablando de un juego primoroso el resto del partido e incluso de un resultado abultado. Eso es cierto. Sin embargo, el balance de España al término de la primera parte, de cuatro tiros fuera y uno solo entre los tres palos, me sigue pareciendo extraordinariamente pobre para el potencial ofensivo de la selección española. No tan rácano como el holandés, pero casi.

La escasez de ocasiones se explica porque España atacaba con muchísima prudencia, con grandes precauciones, es decir, con mucho miedo al contraataque Holandés. La televisión nos mostró varias imágenes de Del Bosque dirigiéndose a sus centrocampistas retrasados, Alonso y Busquets, estirando con su dedo índice su párpado inferior ¡ojo a Robben!¡no sueltes a Snejder! Sin la ayuda ofensiva de dos de sus centrocampistas, España iniciaba las jugadas de ataque con muy pocos efectivos: sólo con Pedro e Iniesta, y con Villa lejos de ellos, de espaldas a la portería y flanqueado por los dos centrales. Eran tres españoles contra seis holandeses, a veces contra siete u ocho, cuando bajaban Snejder, Kuyt o Robben a ayudar. Por otro lado, cuando Xavi Hernández se dirigía a su propio campo a recoger el balón para iniciar la jugada, Alonso y Busquets se quedaban en sus puestos retrasados en vez de avanzar unos pasos por delante de Xavi, de modo que España iniciaba las jugadas con Alonso, Busquets y Xavi en línea, uno junto a otro hombro con hombro. Eso suponía tener a siete futbolistas por detrás del balón, más Casillas, ocho. De todos ellos, sólo Xavi y a veces también Ramos subían a acompañar la jugada. Pedro e Iniesta se pasaron el partido rodeados de contrarios y recibiendo patadas. Villa apenas tocó balones. ¿Era esperable otra cosa? Así es muy difícil crear ocasiones contra un equipo que se cierra con nueve y a menudo hasta diez jugadores detrás del balón.

Si el planteamiento inicial de Del Bosque por detrás del balón me pareció demasiado conservador y, por tanto, subóptimo, el remedio que escogió para subsanar el atasco ofensivo y la falta de llegada, meter a Navas y pedirle que se pegase a la línea de cal, me parece directamente erróneo. La explicación que dio después del partido fue de entrenador de equipo pequeño: "Queríamos que encarase al lateral izquierdo holandés, Van Bronkhorst, que tiene 35 años..." Naturalmente, el peligro de Navas duró cinco minutos, lo que tardó el seleccionador holandés en darse cuenta y ordenar a Kuyt que bajase a ayudar a Van Bronkhorst. Por lo menos le dio tiempo a Navas a filtar un pase peligroso que casi termina en gol de Villa, pero eso fue todo.

Entretanto, el juego de España entre líneas desapareció. Sentado Pedro en el banquillo, sólo Iniesta andaba por allí, entre una nube de holandeses leñadores. España empezó a perder balones. Con la entrada de Navas España había ganado una jugada de peligro y había perdido el control del partido. Para colmo, Robben se planta sólo dos veces delante de Casillas, y éste tiene que obrar dos milagros.

Cuando Del Bosque observa que le tapan a Navas a los cinco minutos de haber entrado, y que el equipo ha perdido el control del partido, no reacciona. La situación empeora a cada segundo. Había metido a Navas porque no se creaban ocasiones. Ahora siguen sin crearse, y además las crean ellos y tienen más el balón. Se diría que debe mover el banquillo, pero se resiste. De acuerdo, Don Vicente, no mueva usted el banquillo, ¡pero cambie de sitio a sus piezas sobre el tablero!¡Permute de banda a los mediapuntas para que jueguen un rato a pierna cambiada!¡Retrase al delantero centro para que los mediapuntas entren por ese hueco!¡Sorprenda usted con variaciones tácticas sobre la marcha! Del Bosque permanece pasivo durante veinte largos y peligrosos minutos.

A cinco minutos del final del partido, por fin reacciona. No sólo cambia a Alonso por Fábregas, a un centrocampista estático por uno dinámico, a un centrocampista retrasado por uno con llegada; también cambia el partido. Las oportunidades claras de España comienzan a sucederse, hasta que llega el gol. Defensivamente, España también mejora. Holanda sólo tendrá una ocasión más hasta que pite el árbitro el final, y será de un cabezazo en un córner, no de jugada.

Del Bosque se explicaba así en la rueda de prensa relatada por Diego Torres, magnífico periodista deportivo del diario El País. Según Diego Torres, Del Bosque entendió que el partido tuvo un punto de inflexión claro: "A partir de la ocasión que marró Robben, solo ante Casillas, nos empezamos a imponer", comentó; "es posible que luego Cesc haya cambiado el rumbo del partido definitivamente. Con su entrada al campo hemos tenido la posesión del balón un poco más y hemos ganado en profundidad y ocasiones generadas. Ramos, Cesc y Villa pudieron definir, pero no lo hicieron y hubo que esperar".

En efecto, Don Vicente, la entrada de Fábregas cambió la dinámica del partido. España pasó de tener ocasiones aisladas alternadas con ocasiones holandesas a tener el dominio abrumador del partido, a tocar al primer toque con mucha fluidez y a crear ocasiones casi en cada jugada de ataque.

"Si no jugamos bien nosotros fue por méritos del adversario", continuó Del Bosque. "Aguantar a Holanda con el ritmo que impuso fue muy difícil. Pero sufrieron un desgaste físico muy grande y se les notó al final de la segunda parte, cuando ya solo les quedó fuerza para contraatacar. Con Holanda cansada, creímos oportuno dar entrada a Cesc. Sopesamos muchas cosas en ese cambio porque no solo perdíamos un especialista en los penaltis como Alonso, que nos habría servido si llegábamos a ellos. Lo que más miedo me daba fue que perdíamos altura frente a unos adversarios que nos superaban en el juego aéreo por su físico. Hemos sopesado todo eso y resuelto que valía la pena intentar controlar el juego con Cesc. Coincidió su entrada con que Holanda remitía en sus acciones y encontrábamos más espacios".

Esas declaraciones de Del Bosque en la rueda de prensa fueron como mínimo sorprendentes. En primer lugar, se equivocó respecto de cuál fue el punto de inflexión. Resulta comprensible que quien vio el partido desde el banquillo viviera la ocasión marrada por Robben con la angustia de tenerlo todo perdido durante una fracción de segundo. El alivio debió de ser monumental. Sin duda, fue el momento más angustioso, pero no el punto de inflexión. Esa jugada ocurrió en el minuto 61, a dos minutos de entrar Navas. Desde esa jugada y durante 23 minutos eternos el partido se mantuvo igual, sin dueño, con España perdiendo balones y con Holanda amenazando con otro contraataque vertiginoso en cada jugada. Sólo la entrada de Fábregas 24 minutos más tarde, en el 85, cambió radicalmente la dinámica del partido. Hace tiempo que intuyo que el periodista, mi muy apreciado Diego Torres, no es neutral en este asunto de la influencia de Fábregas cuando entra en el campo. También en la rueda de prensa tras el partido contra Paraguay forzó a Del Bosque a cobrar conciencia de la revolución que había producido Fábregas al preguntarle qué había pretendido con el cambio. Gracias, señor Torres, hay que seguir insistiendo.

Quizá lo más preocupante sea la reflexión de Del Bosque sobre las dificultades de "aguantar a Holanda" y sobre la importancia de la pérdida de centímetros en el cambio de Alonso por Fábregas. ¿Aguantar a Holanda? ¡Era Holanda la que tenía que aguantar a España!¡A eso salió precisamente Holanda, a aguantar a España y salir al contraataque! La percepción distorsionada que Del Bosque expresó en la rueda de prensa fue muy indicativa del estado de ánimo temeroso de los rivales en el que vivió el Mundial, sin acabar de decidirse sobre si quería ser chicha o limoná, toro o torero.

En cuanto a la supuesta importancia de la pérdida de centímetros, ¿de verdad era eso lo que le preocupaba? ¿Por eso no desmontaba el doble pivote? Me cuesta trabajo creerlo, no sólo porque a cualquier entrenador inteligente mantener el control del partido y crear ocasiones de gol debe importarle mucho más que una pequeña ventaja al defender las faltas y los córners, sino también porque puestos a tomárnoslo en serio a esos dos jugadores sólo les separan tres centímetros: Fábregas mide 1,80m y Alonso 1,83m. La realidad es que a Del Bosque nunca le llegó a convencer del todo la apuesta de Luis por tantos bajitos juntos en el campo. Se sale demasiado del manual del entrenador clásico. Le cuesta aceptar que el tiquitaca supone una ruptura con el manual. Don Vicente, el tiquitaca supone escribir un manual nuevo. Si trata de hacerlo compatible con el manual clásico (equilibrio entre técnica, músculo y estatura en el centro del campo, jugadores más estáticos que apenas permutan sus posiciones, juego con extremos, ataques por las bandas y centros a un rematador...), lo desvirtúa, le saca mucho menos partido, y acaba ganando con menos ocasiones, menos goles y menos sensación de dominio.

Afortunadamente, con el tiempo reglamentario casi vencido, Del Bosque se decidió a dejar a un lado sus miedos a la pérdida de estatura. Por segunda vez en el Mundial entró Fábregas, se sentó Alonso, y cambió el partido. Una vez más se evidenció que sólo con Busquets de centrocampista retrasado a España no le crearon más ocasiones, que no se debilita la defensa si se trabaja con apoyos. Una vez más se vio que con un centrocampista dinámico y con llegada más se llega más, mucho más, se gana en posesión, en claridad y en profundidad. Una vez más se constató que no por meter a un extremo se crea más peligro ni se gana en verticalidad, incluso si el lateral que defiende al extremo está a punto de jubilarse. Que el gol lo acabase marcando Iniesta fue anecdótico, porque cuando un equipo como el que estaba en el campo tiene profundidad, el que gana en llegada es el balón, no este o aquél jugador. Cualquiera puede acabar marcando. No obstante, que el gol lo marcase un centrocampista, no un delantero ni un extremo, y que fuese además el jugador más bajito sobre el terreno de juego estuvo lleno de justicia poética.

Hasta aquí, el análisis. Esta última crónica debe terminar con espacio para el elogio y el reconocimiento. Hay que aplaudir a rabiar por este éxito sin precedentes y estar eternamente agradecidos por tanta alegría a todos los que lo han hecho posible, también a Del Bosque. España tiene un grupo de profesionales excepcional, con un grado de compromiso, una fuerza mental y una calidad futbolística sobresalientes y es una muy justa campeona del mundo. Enhorabuena y gracias, sobre todo, muchas, muchas gracias, campeones.

4 comentarios:

  1. Amén bloguero.

    Yo tampoco entendí muy bien el cambio de Navas. Al verlo, pensé que iba a emular la función entre líneas de Pedro (cosa que Navas no ha hecho en su vida porque la única línea que conoce es la de cal). Estoy de acuerdo con todo lo que usted ha suscrito, por lo que no voy a ahondar más en esas apreciaciones. Muy bueno el comentario del pulpo Busquets.

    Sigo viendo a Del Bosque como un estratega que planteó uno a uno cada partido con sus diferentes alternativas. Por supuesto, en muchas no estuvo fino. En muchos tramos del mundial fuimos un equipo desbocado e inefectivo, sufrimos. Creo que los jugadores, verdaderos técnicos de esta selección, son los que han enseñado el camino a Aragonés y Del Bosque. No es que ellos no hayan aportado nada, pero en muchas de sus teorías han tenido que claudicar ante la convicción de un grupo de estilistas que buscan disfrutar con lo que hacen. Nunca le agradeceremos lo suficiente a Xavi haber puesto todas esas piezas en orden, él es el presente pero también señala hacia cómo debe ser el futuro (y esa seguramente es su mayor contribución). Lo de haber sido el campeón menos goleador y todo eso, bueno, son cosas del juego que quedarán para la estadística, fallamos dos penaltis y multitud de ocasiones ante selecciones que defendían con todo en su campo...

    Se habla mucho del futuro, de cómo llegarán estos campeones a 2012 y 2014. Desde luego el grupo es excepcional, y puede incluso ser más talentoso que el que ganó la Eurocopa. Pero no hay que olvidar que España lleva años triunfando en categorías inferiores, que muchos de estos jugadores ya ganaron europeos y mundiales sub-20 y sub-17. Igual que ahora otros, diez años más jóvenes que Iniesta o Xavi lo siguen haciendo. El material estaba ahí y el desafío estaba ahí. Era cuestión de tiempo derribar esa barrera, que era más psicológica que futbolística. Ahora esos jugadores inspirarán a sus compañeros más jóvenes -Bojan, Canales, Parejo y los que aparecerán- a llegar donde ellos. Sólo espero que también, como estos, sean capaces de convencer al seleccionador de turno y que éste sepa escucharlos.

    Larga vida al tiquitaca. Ha sido un placer poder comentarlo en este blog, donde por suerte los análisis no se reducen, como en la prensa, a un titular. Enhorabuena bloguero por no haber renunciado ni un ápice a analizar toda la complejidad de la belleza del fútbol creativo, por no dejarse llevar por tópicos ni por resultados. Sí lamento no haber descubierto antes el blog (lo conocí por un amigo que puso un enlace en su facebook).

    No sé cuánto más aguantará aquí esta bitácora, pero tenga esto por seguro: si en el futuro los caminos a un nuevo espacio de coloquio se abren (y mi amigo se acuerda de anunciarlo) volveré junto a usted/es para transitarlos.

    Un abrazo a todos, campeones.

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  2. Después de una semana, y tras las celebraciones de rigor, sin acabar muy bien de ser consciente de la dimensión del logro obtenido, se me ocurren varias consideraciones:
    -España, en general, ha sido inferior a si misma, y aun así, superior al resto de selecciones.
    -El sistema elegido, cauto sobre el papel, ha provocado esa falta de optimización del equipo, de forma que, repasando los partidos, se han pasado más apuros con un sistema conservador que con uno en teoría más agresivo.
    Si a eso se le suma el empecinamiento en un jugador fuera de forma -recién operado- y fondo -conductor, algobastante chupón y no asociativo- como Torres, el solapamiento de Xavi y Xabi, y la tardanza en reaccionar, y no siempre para bien ( Suiza, Chile, Paraguay, Alemania), el cuadro no resulta muy lucido en lo táctico.
    Quizá haya sido mejor así, pues una alineación subóptima provocaba una mejoría de juego con los cambios, dado el potencial sentado en el banquillo.
    Tácticamente, VDB se ha visto batido por sus colegas en fases largas de algunos partidos, y deja dudas sobre la continuidad del sistema tiquitaca, por cuanto no parece haberlo asimilado en toda su profundidad, y de la forma magistral que aquí se ha explicado.
    Las voces que le alaban han vivido, como casi siempre, al socaire de los resultados.
    No obstante, ha tenido las virtudes necesarias para llevar la concentración adelante sin mayores sobresaltos. Y además es un caballero en modos y maneras.
    Pero se trata de ganar, no de hacer amigos.
    No obstante, VDB es campeón del mundo con España, lo que nadie había sido.
    - El paleofútbol seguirá obteniendo resultados en competiciones de alto nivel, y los apóstoles del juego directo tiene cuerda todavía, pero se abre paso una nueva manera de jugar que cambiará este deporte.
    Por supuesto que la maquinita necesita un disco duro de centrocampistas de muchos megas de calidad para cargar el programa, pero los equipos grandes que no se adapten a los tiempos que vienen, irán cediendo.
    Así, auguro un reinado del FCB durante los próximos tiempos -y lo dice un periquito- que lo puede convertir, y más si Cesc ficha, en el mejor equipo de la Historia.

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  3. Don bloguero, ahora que esto se acaba, y dado los pocos tertulianos, me agradaría mucho montar una "tenida" de esta logia tiquitaca, con Marinero, panda, usted, yo mismo y algún fan más que le he procurado.
    Brindaríamos por la próxima defunción del paleofútbol, herido ya de muerte; constituiríamos una ONG de ayuda al Real Madrid, trasegaríamos a modo, y nos veríamos las caras, quizá aprovechando un Barça- Madrid, por ejemplo.
    Tiene mi dirección de correo y la de los demás.
    Imagínese en la sobremesa diciendo aquello de "Creced y multiplicaos, y esparcid la buena nueva", echándonos su bendición.
    Lo dejo en sus ínclitas y tiquiticantes manos.
    Gracias por todo.

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  4. Amigos tertulianos,

    no me he despedido del todo todavía. Me gustaría escribir uno o quizá dos textos más. También voy a sopesar la sugerencia de Marineroentierra de seguir dando la matraca durante la fase de clasificación de la Eurocopa de 2012. Seguir a la selección española en un blog de forma más espaciada a lo largo del año seguro que es más compatible con la vida laboral y familiar que seguirla en un mundial.

    En cuanto a lo de quedar para celebrarlo y continuar la tertulia en directo, reconozco que me tienta la idea de Tikitaka, pero le veo algunos inconvenientes. Ahora mismo sería difícil, porque estoy en otro continente, y por lo que escribió Panda beer en algún comentario, creo que también él está fuera de España. Por otro lado, Tikitaka se equivoca al pensar que tengo sus direcciones de correo electrónico. Son tan anónimos para mi como yo para ustedes.

    Además, Tikitaka, valoro mucho ese anonimato recíproco. Decidí no figurar con mi nombre y apellidos ni incluir un perfil porque me parecía que podría distraer de los contenidos, que es lo que realmente importante para mi y para ustedes. Quién sea yo, a qué me dedique,... ha dado igual hasta ahora y me gustaría que siguiera siendo irrelevante. Me parece que cuanto menos sepan de mi, mejor para el blog y para nuestros intercambios de información y pareceres.

    Ya se lo dije una vez, y se lo repito a riesgo de resultar pesado: es un lujo y un placer poder conversar de fútbol con personas que hablan el mismo idioma. Han hecho ustedes que este Mundial fuese doblemente especial. Muchas gracias, de verdad.

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