martes, 13 de julio de 2010

Holanda 0 - España 1




Anuncié que tardaría unos días en recomponerme, y así ha sido. Supongo que acabamos todos los seguidores de la selección española, españoles y de otras nacionalidades, en España y en muchos otros rincones del planeta, con la misma sensación de feliz agotamiento, de borrachera de alegría que nos dejó a muchos una magnífica resaca de fútbol. España es la actual campeona del mundo, y había que celebrarlo durante unos días.

Bueno, quiero decir que supongo que esto acabará pronto, dentro de unos días. Supongo que dentro de unos días dejarán de ponérseme los ojos acuosos y la sonrisa boba mientras camino por la calle y la imaginación me lleva sin querer al emboque de Villa de poste a poste, al cabezazo de Puyol, al gol de Iniesta; o que dejaré de descubrirme en la cola del cine o en un pasillo del supermercado apretando el puño, como si acabase de pitar el árbitro el final del partido. Digo yo que esta resaca estará llegando a su fin. Y si no acabase pronto, casi mejor. Bien pensado, por favor, que dure por lo menos cuatro años más, o toda la vida.



Me parece que la otra razón que ha demorado esta última entrada, además de la resaca, es que me da pena despedirme y lo he estado retrasando inconscientemente. Vayamos cuanto antes, pues, al análisis de la final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.

Holanda salió con el guión que habíamos anticipado en las reflexiones previas al partido: salió con la consigna de cortar por las buenas o por las malas la fluidez de la circulación del balón española. Menos previsible era el grado de violencia que empleó. Algún dato manejaba Van Marwijk sobre el árbitro inglés, Howard Webb, que le llevó a confiar en que no habría explulsiones por las entradas antideportivas ni por las faltas reiteradas de un mismo jugador, y no se equivocó. Debo añadir que en todo lo demás el árbitro estuvo casi impecable (casi, porque en la prórroga hubo un penalti a Xavi Hernández clarísimo que no supo ver; y la jugada del gol de Iniesta llegó precedida de un saque de esquina no concedido a Holanda también erróneamente).

Sin duda, su principal error, el más grave, fue la mala administración de las tarjetas, no sólo por no haber expulsado a algún jugador holandés mucho antes, sino también porque en la escalofriante entrada de De Jong debió aplicar la ley de la ventaja en vez de parar el juego. Iniesta se iba solo por el carril del 6. Parado el juego, la tarjeta debió ser roja. En descarga del árbitro, hay que decir que Van Bommel se cruza por delante de Webb justo en el momento del impacto. El árbitro intuye la falta, pero no la ve bien, como no la vimos bien en directo en televisión por el mismo motivo (la cámara tenía el mismo ángulo de visión que el árbitro) hasta que la repitieron desde otra toma. Lo extraño es que el linier no lo viese.



Lástima, porque la mala administración de las tarjetas deslució el partido y estuvo a punto de costarle muy caro a España, a la deportividad y al fútbol.

Así fue el planteamiento holandés: poco ambicioso, violento, triste. Holanda tuvo un 37,1% de posesión. España, un 62,9%. Parecidos porcentajes al Inter de Mourinho que derrotó al Barcelona en Milán, con la enorme diferencia de que el Inter jugó con deportividad. En cualquier caso, igual que el Inter en San Siro, con tan poca posesión Holanda podría haber ganado la final.

No insistiré en lo que ya todos sabemos: la importancia de las paradas de Casillas, el oficio de Puyol para estorbar a Robben sin ser expulsado, el espléndido y sordo trabajo de Capdevila, la solidez brillante de Piqué, la excelente línea del fuera de juego (bravo a todos los defensas y bravo a Del Bosque), las recuperaciones del omnipresente pulpo Busquets (ese pulpo sí que fue importante), las ayudas de Alonso y el recital de malabarismo para no perder la pelota de Xavi e Iniesta. Todos esos factores fueron claves para acabar levantando el trofeo, y también fue clave que acompañase un poco la suerte. Obsérvese, no obstante, que esa lista de factores clave es una lista de factores defensivos. Enseguida diré algo más sobre ese hecho, o mejor dicho, sobre su reverso, la ausencia de factores ofensivos determinantes en el partido, excepto uno capital: la entrada de Fábregas.

El juego de España en la final pasó por cuatro fases muy reconocibles. Las voy a describir con bastante detalle y luego pasaré a reflexionar sobre ellas. Si le resulta tedioso el relato detallado, no dude en salárselo y pasar directamente al análisis que figura a continuación. Las cuatro fases fueron:

FASE 1: Hasta el minuto 11, España creó tres ocasiones claras de gol, dos a balón parado, el cabezazo de Sergio Ramos en una falta lateral y la bolea de Villa a la salida de un córner, y una de una jugada que termina Ramos solo ante el portero tirando desviado, cuando tenía un tiro franco y un claro pase atrás. Del Bosque le gana la partida a Van Marwijk en esta primera fase, durante los 11 primeros minutos de partido.

FASE 2: Entre el minuto 11 y el 59, se estancó el juego ofensivo español. Hubo que esperar al minuto 37 para ver un tiro lejano y desviado de Pedro. Y no hubo más oportunidades en la primera parte, en la que España había tirado una sola vez entre los tres palos: el cabezazo de Ramos. Holanda se fue al descanso satisfecha de estar controlando defensivamente el partido. Van Marwijk le estaba ganando la partida a Del Bosque durante los 48 dolorosos y aburridos minutos de esta fase del encuentro.

FASE 3: Entre la salida de Navas y la de Fábregas, es decir, entre el minuto 59 y el 85, España pierde la pelota con más frecuencia, rifa muchos balones largos desde la defensa y concede la alternancia en la posesión. Ese cambio de panorama lo causa la retirada de un hombre de la media punta que se intercambiaba con los centrocampistas, Pedro, y su sustitución por un hombre al que se le pide pegarse a la banda, Navas. Ante la ausencia de un centrocampista, Holanda creó en esa fase sus ocasiones más claras, en el minuto 61 y el 82.
También España tuvo su ocasión más clara hasta ese momento: en el 69 Navas centra raso, falla Heitinga el despeje y el balón le cae franco a Villa, pero la pega precisamente hacia el palo largo y hacia el defensa holandés caído en el suelo, que en el último suspiro estira la pierna con tan buena fortuna que desvía el tiro del español.
Todavía tendría España dos jugadas más de peligro: en el minuto 76, Villa entra en el área con dos paredes con Xavi, pero le tapa el tiro otra vez Heitinga; en el 82 un Xabi Alonso adelantado por primera vez en el partido está acompañando la jugada de ataque y acaba en la banda izquierda, combina con Iniesta, que con una maniobra de anguila se le escurre al defensa y entra en el área con posibilidad de tirar, pero se entretiene y se la roba Sneijder. En esta fase, el balance de la salida de Navas ha sido la pérdida de la posesión española acompañada de dos ocasiones clarísimas de Holanda por una de España. Van Marwijk sigue ganándole la partida a Del Bosque.

Fase 4: entre el minuto 85 y el final del partido. A partir de la entrada de Fábregas por Alonso en el minuto 85, cambia el partido. España recupera la posesión y por primera vez tiene toque y profundidad. En el minuto 91 Iniesta, Xavi y Fábregas trenzan una jugada de tiquitaca que termina en un penalti a Xavi de esos que los árbitros no suelen pitar, porque el jugador holandés pone su pie para que Xavi le pegue a él en vez de al balón. En el minuto 94, Iniesta mete un pase en profunidad a Fábregas, que pierde el mano a mano con el portero holandés. En el minuto 96, por primera vez en el partido, España mueve el balón en corto de banda a banda en una jugada de 12 pases al primer toque que termina en un centro de Capdevila despejado a córner por un defensa. En el minuto 98, jugada de ocho combinaciones desde la defensa que termina en un pase en profunidad de Fábregas a Iniesta dentro del área, que tiene solo a su izquierda a Villa y a su derecha a Navas, pero incomprensiblemente ni los había visto antes de recibir ni levanta la cabeza cuando recibe el pase en carrera, trata de hacer la jugada individual y pierde el balón. El panorama ha cambiado completamente, España tiene la posesión y ahora sí genera mucho peligro. En el minuto 100, Casillas saca con la mano en largo a Fábregas, que en el centro del campo hace un control orientado imposible de 180º, se la pasa a Villa, que centra a Navas y éste tira al lateral de la red después de que el balón toque en un defensa. La periodista española a pie de campo dice que suenan los primeros olés del todo el partido. En el minuto 103, la transición desde la defensa llega a Fábregas en el centro del campo en cuatro pases y éste decide avanzar en solitario entre tres defensas y tirar desde el borde del área, desviado por poco. En el minuto 104, ocho pases al primer toque terminan en la expulsión de Heitinga. En el minuto 115, gol de Iniesta. En esta última fase, Del Bosque por fin le gana la partida a Van Marwijk.

ANÁLISIS

Cabían pocas dudas sobre el planteamiento de Holanda. Si este humilde bloguero pudo anticiparlo, el equipo técnico de Del Bosque lo supo desde mucho antes. La cuestión, entonces, es si el planteamiento y las decisiones durante el partido del seleccionador español fueron los adecuados para la previsible estrategia del rival.

A la vista del resultado, lo fácil es decir que sí, que Del Bosque merece una puntuación de 20 sobre 10, como dijo José Sámano en una entrevista digital después del partido. A la vista del juego desplegado, en cambio, me parece que el planteamiento era mejorable. Me parece que una vez más Del Bosque acertó sólo al final, cuando se vio sin el balón y recibiendo oportunidades muy claras en contra, y sobre todo, cuando ya sólo quedaban 5 minutos de partido. Sólo entonces decidió desmontar el doble pivote, recuperar el balón y darle un giro más ofensivo al centro del campo español.

Ya había hecho el mismo cambio contra Paraguay, con idéntico efecto de transformación radical del partido, de anulación absoluta del rival y sucesión de oportunidades. La gran pregunta es si acaso España no podría haber jugado así desde el principio de cada partido, desde el principio del mundial; si acaso no ve que Del Bosque con ese dibujo no se arriesga más, sino menos, porque se controla más el partido y se llega más y mejor, y al crear más ocasiones el rival retrocede; si acaso no valía la pena buscar un gol que hubiese abierto a Holanda mucho antes. Bien, lo del gol tempranero es incontrolable, de acuerdo. Convendrán ustedes conmigo, no obstante, en que desde el banquillo se pueden aumentar las probabilidades de que llegue. Con un planteamiento reservón, es mucho más probable que el gol se haga de rogar, ¡y vaya si se hizo de rogar! Del Bosque no sólo jugó la final con miedo: jugó con fuego.

Reconozco, no obstante, que España pudo haber marcado mucho antes, y si alguna de esas oportunidades fallidas hubiese entrado, hoy podríamos estar hablando de un juego primoroso el resto del partido e incluso de un resultado abultado. Eso es cierto. Sin embargo, el balance de España al término de la primera parte, de cuatro tiros fuera y uno solo entre los tres palos, me sigue pareciendo extraordinariamente pobre para el potencial ofensivo de la selección española. No tan rácano como el holandés, pero casi.

La escasez de ocasiones se explica porque España atacaba con muchísima prudencia, con grandes precauciones, es decir, con mucho miedo al contraataque Holandés. La televisión nos mostró varias imágenes de Del Bosque dirigiéndose a sus centrocampistas retrasados, Alonso y Busquets, estirando con su dedo índice su párpado inferior ¡ojo a Robben!¡no sueltes a Snejder! Sin la ayuda ofensiva de dos de sus centrocampistas, España iniciaba las jugadas de ataque con muy pocos efectivos: sólo con Pedro e Iniesta, y con Villa lejos de ellos, de espaldas a la portería y flanqueado por los dos centrales. Eran tres españoles contra seis holandeses, a veces contra siete u ocho, cuando bajaban Snejder, Kuyt o Robben a ayudar. Por otro lado, cuando Xavi Hernández se dirigía a su propio campo a recoger el balón para iniciar la jugada, Alonso y Busquets se quedaban en sus puestos retrasados en vez de avanzar unos pasos por delante de Xavi, de modo que España iniciaba las jugadas con Alonso, Busquets y Xavi en línea, uno junto a otro hombro con hombro. Eso suponía tener a siete futbolistas por detrás del balón, más Casillas, ocho. De todos ellos, sólo Xavi y a veces también Ramos subían a acompañar la jugada. Pedro e Iniesta se pasaron el partido rodeados de contrarios y recibiendo patadas. Villa apenas tocó balones. ¿Era esperable otra cosa? Así es muy difícil crear ocasiones contra un equipo que se cierra con nueve y a menudo hasta diez jugadores detrás del balón.

Si el planteamiento inicial de Del Bosque por detrás del balón me pareció demasiado conservador y, por tanto, subóptimo, el remedio que escogió para subsanar el atasco ofensivo y la falta de llegada, meter a Navas y pedirle que se pegase a la línea de cal, me parece directamente erróneo. La explicación que dio después del partido fue de entrenador de equipo pequeño: "Queríamos que encarase al lateral izquierdo holandés, Van Bronkhorst, que tiene 35 años..." Naturalmente, el peligro de Navas duró cinco minutos, lo que tardó el seleccionador holandés en darse cuenta y ordenar a Kuyt que bajase a ayudar a Van Bronkhorst. Por lo menos le dio tiempo a Navas a filtar un pase peligroso que casi termina en gol de Villa, pero eso fue todo.

Entretanto, el juego de España entre líneas desapareció. Sentado Pedro en el banquillo, sólo Iniesta andaba por allí, entre una nube de holandeses leñadores. España empezó a perder balones. Con la entrada de Navas España había ganado una jugada de peligro y había perdido el control del partido. Para colmo, Robben se planta sólo dos veces delante de Casillas, y éste tiene que obrar dos milagros.

Cuando Del Bosque observa que le tapan a Navas a los cinco minutos de haber entrado, y que el equipo ha perdido el control del partido, no reacciona. La situación empeora a cada segundo. Había metido a Navas porque no se creaban ocasiones. Ahora siguen sin crearse, y además las crean ellos y tienen más el balón. Se diría que debe mover el banquillo, pero se resiste. De acuerdo, Don Vicente, no mueva usted el banquillo, ¡pero cambie de sitio a sus piezas sobre el tablero!¡Permute de banda a los mediapuntas para que jueguen un rato a pierna cambiada!¡Retrase al delantero centro para que los mediapuntas entren por ese hueco!¡Sorprenda usted con variaciones tácticas sobre la marcha! Del Bosque permanece pasivo durante veinte largos y peligrosos minutos.

A cinco minutos del final del partido, por fin reacciona. No sólo cambia a Alonso por Fábregas, a un centrocampista estático por uno dinámico, a un centrocampista retrasado por uno con llegada; también cambia el partido. Las oportunidades claras de España comienzan a sucederse, hasta que llega el gol. Defensivamente, España también mejora. Holanda sólo tendrá una ocasión más hasta que pite el árbitro el final, y será de un cabezazo en un córner, no de jugada.

Del Bosque se explicaba así en la rueda de prensa relatada por Diego Torres, magnífico periodista deportivo del diario El País. Según Diego Torres, Del Bosque entendió que el partido tuvo un punto de inflexión claro: "A partir de la ocasión que marró Robben, solo ante Casillas, nos empezamos a imponer", comentó; "es posible que luego Cesc haya cambiado el rumbo del partido definitivamente. Con su entrada al campo hemos tenido la posesión del balón un poco más y hemos ganado en profundidad y ocasiones generadas. Ramos, Cesc y Villa pudieron definir, pero no lo hicieron y hubo que esperar".

En efecto, Don Vicente, la entrada de Fábregas cambió la dinámica del partido. España pasó de tener ocasiones aisladas alternadas con ocasiones holandesas a tener el dominio abrumador del partido, a tocar al primer toque con mucha fluidez y a crear ocasiones casi en cada jugada de ataque.

"Si no jugamos bien nosotros fue por méritos del adversario", continuó Del Bosque. "Aguantar a Holanda con el ritmo que impuso fue muy difícil. Pero sufrieron un desgaste físico muy grande y se les notó al final de la segunda parte, cuando ya solo les quedó fuerza para contraatacar. Con Holanda cansada, creímos oportuno dar entrada a Cesc. Sopesamos muchas cosas en ese cambio porque no solo perdíamos un especialista en los penaltis como Alonso, que nos habría servido si llegábamos a ellos. Lo que más miedo me daba fue que perdíamos altura frente a unos adversarios que nos superaban en el juego aéreo por su físico. Hemos sopesado todo eso y resuelto que valía la pena intentar controlar el juego con Cesc. Coincidió su entrada con que Holanda remitía en sus acciones y encontrábamos más espacios".

Esas declaraciones de Del Bosque en la rueda de prensa fueron como mínimo sorprendentes. En primer lugar, se equivocó respecto de cuál fue el punto de inflexión. Resulta comprensible que quien vio el partido desde el banquillo viviera la ocasión marrada por Robben con la angustia de tenerlo todo perdido durante una fracción de segundo. El alivio debió de ser monumental. Sin duda, fue el momento más angustioso, pero no el punto de inflexión. Esa jugada ocurrió en el minuto 61, a dos minutos de entrar Navas. Desde esa jugada y durante 23 minutos eternos el partido se mantuvo igual, sin dueño, con España perdiendo balones y con Holanda amenazando con otro contraataque vertiginoso en cada jugada. Sólo la entrada de Fábregas 24 minutos más tarde, en el 85, cambió radicalmente la dinámica del partido. Hace tiempo que intuyo que el periodista, mi muy apreciado Diego Torres, no es neutral en este asunto de la influencia de Fábregas cuando entra en el campo. También en la rueda de prensa tras el partido contra Paraguay forzó a Del Bosque a cobrar conciencia de la revolución que había producido Fábregas al preguntarle qué había pretendido con el cambio. Gracias, señor Torres, hay que seguir insistiendo.

Quizá lo más preocupante sea la reflexión de Del Bosque sobre las dificultades de "aguantar a Holanda" y sobre la importancia de la pérdida de centímetros en el cambio de Alonso por Fábregas. ¿Aguantar a Holanda? ¡Era Holanda la que tenía que aguantar a España!¡A eso salió precisamente Holanda, a aguantar a España y salir al contraataque! La percepción distorsionada que Del Bosque expresó en la rueda de prensa fue muy indicativa del estado de ánimo temeroso de los rivales en el que vivió el Mundial, sin acabar de decidirse sobre si quería ser chicha o limoná, toro o torero.

En cuanto a la supuesta importancia de la pérdida de centímetros, ¿de verdad era eso lo que le preocupaba? ¿Por eso no desmontaba el doble pivote? Me cuesta trabajo creerlo, no sólo porque a cualquier entrenador inteligente mantener el control del partido y crear ocasiones de gol debe importarle mucho más que una pequeña ventaja al defender las faltas y los córners, sino también porque puestos a tomárnoslo en serio a esos dos jugadores sólo les separan tres centímetros: Fábregas mide 1,80m y Alonso 1,83m. La realidad es que a Del Bosque nunca le llegó a convencer del todo la apuesta de Luis por tantos bajitos juntos en el campo. Se sale demasiado del manual del entrenador clásico. Le cuesta aceptar que el tiquitaca supone una ruptura con el manual. Don Vicente, el tiquitaca supone escribir un manual nuevo. Si trata de hacerlo compatible con el manual clásico (equilibrio entre técnica, músculo y estatura en el centro del campo, jugadores más estáticos que apenas permutan sus posiciones, juego con extremos, ataques por las bandas y centros a un rematador...), lo desvirtúa, le saca mucho menos partido, y acaba ganando con menos ocasiones, menos goles y menos sensación de dominio.

Afortunadamente, con el tiempo reglamentario casi vencido, Del Bosque se decidió a dejar a un lado sus miedos a la pérdida de estatura. Por segunda vez en el Mundial entró Fábregas, se sentó Alonso, y cambió el partido. Una vez más se evidenció que sólo con Busquets de centrocampista retrasado a España no le crearon más ocasiones, que no se debilita la defensa si se trabaja con apoyos. Una vez más se vio que con un centrocampista dinámico y con llegada más se llega más, mucho más, se gana en posesión, en claridad y en profundidad. Una vez más se constató que no por meter a un extremo se crea más peligro ni se gana en verticalidad, incluso si el lateral que defiende al extremo está a punto de jubilarse. Que el gol lo acabase marcando Iniesta fue anecdótico, porque cuando un equipo como el que estaba en el campo tiene profundidad, el que gana en llegada es el balón, no este o aquél jugador. Cualquiera puede acabar marcando. No obstante, que el gol lo marcase un centrocampista, no un delantero ni un extremo, y que fuese además el jugador más bajito sobre el terreno de juego estuvo lleno de justicia poética.

Hasta aquí, el análisis. Esta última crónica debe terminar con espacio para el elogio y el reconocimiento. Hay que aplaudir a rabiar por este éxito sin precedentes y estar eternamente agradecidos por tanta alegría a todos los que lo han hecho posible, también a Del Bosque. España tiene un grupo de profesionales excepcional, con un grado de compromiso, una fuerza mental y una calidad futbolística sobresalientes y es una muy justa campeona del mundo. Enhorabuena y gracias, sobre todo, muchas, muchas gracias, campeones.

viernes, 9 de julio de 2010

Holanda - España, Reflexiones previas

El fútbol español tiene una deuda de gratitud con Holanda. El fútbol combinativo que juegan la selección española y el Barcelona es heredero directo de la selección holandesa de los años setenta en la que jugaba Johan Cruyff. Lo que vino luego lo sabemos todos y he tratado de contarlo incluyendo además algún video en una de las primeras entradas de este blog "Algunos agradecimientos". Un partido entre Holanda y España es un duelo entre el maestro y el discípulo.

El primer factor que influirá en un grado todavía por determinar en el devenir de la final será lo bien que se conocen los dos equipos. Los mejores jugadores holandeses han sido compañeros de equipo, o todavía lo son, de los españoles, bien en el Barcelona (Van Bronkhorst y Van Bommel) o en el Real Madrid (Robben, Sneijder y Huntelaar); Fábregas es compañero de Van Persie en el Arsenal; y Reina, Torres, Alonso y Arbeloa han sido o todavía son compañeros de Dirk Kuyt en el Liverpool.

Aquí creo que España juega con ventaja. El portero y la defensa española conocen muy bien al ataque holandés. Han entrenado con ellos, han compartido equipo con ellos o se han enfrentado a ellos y les han ganado el duelo con el Barcelona. En cambio, ni el portero ni la defensa, excepto Van Bronkhorst, ni el centro del campo defensivo holandés conocen al centro del campo y los atacantes españoles. Ninguno ha tenido la experiencia de sufrir el tiquitaca del Barcelona en carne propia, ni han tenido que defender a Villa, a Silva, a Torres ni a Llorente, ni las entradas de Iniesta y Xavi por sorpresa.

Será interesante ver qué estrategia utiliza cada entrenador. La prensa española espera que Del Bosque repita el mismo equipo que derrotó a Alemania. Yo ya no sé qué esperar. Ojalá que saque a un quinto centrocampista ofensivo en vez de a un segundo delantero (Torres o Llorente) o a un extremo puro (Navas). Me he repetido lo suficiente como para no insistir una vez más sobre los por qués. No quiero aburrir a los habituales de este blog. De todos modos, creo que cuando les describa lo que podría hacer Holanda bastará para que los menos habituales lo entiendan. Si necesitan más información, les invito a que lean alguna de las entradas anteriores.

A tenor de las declaraciones del entrenador holandés, Holanda también espera que Del Bosque repita dibujo y, por tanto, estilo de juego. Bert van Marwijk está diciendo alto y claro que los alemanes se suicidaron al esperar a España atrás esperando el fallo que nunca llegó. Tanto él como varios jugadores holandeses señalan que Alemania jugó con miedo y aseguran que ellos no lo harán, que jugarán al ataque. Yo ya no me creo nada, señores. Aquí todos son jugadores de mus.

Algunos blogs holandeses están sugiriendo que Holanda juegue con una presión adelantada, como Chile y Paraguay. Me pregunto si Holanda tiene el tipo de futbolista capaz de aguantar ese tipo de esfuerzo físico durante los noventa minutos. Ya sabemos que Dirk Kuyt puede presionar como un rinoceronte durante noventa minutos y luego correr un maratón. Vale. Sin embargo, el resto de la delantera y del centro del campo creativo de Holanda son más bien perezosos cuando toca defender. Suelen preferir guardar fuerzas para sus velocísimas carreras de desborde en ataque. No veo a Van Persie ayudando constantemente a presionar a Piqué y Puyol, ni a Robben trabajando con intensidad en la presión defensiva y al mismo tiempo guardando algo de frescura para sus carreras explosivas de desborde.

En fin, esperemos que los muy políglotas holandeses no lean mis blogs en inglés ni en español y no se enteren nunca de que la razón por la que Chile y Paraguay frenaron con éxito a España no fue por la presión avanzada, sino porque ponían cinco e incluso seis jugadores en el centro del campo y, simultáneamente, Del Bosque se empeñaba en no igualar ese envite con un número similar de amarracos en esa zona. Tan pronto como introdujo a un centrocampista más (a Fábregas ambos días), los partidos cambiaron y España marcó.

Holanda defensivamente es muy distinta de Chile y Paraguay. Juega normalmente con cuatro centrocampistas, dos defensivos y dos creativos, no con cinco ni con seis, aunque cuando juega Kuyt puede meterse en el centro a defender. España, por su parte, probablemente jugará con cinco. Bueno, quién sabe. Si lo hiciera, entonces presionar la salida de balón española, irse a apretar a Puyol y Piqué, abriría tal cantidad de espacios en el centro del campo y la delantera española que me parece mucho más suicida que la estrategia que usó Alemania.

Todo esto me lleva a pensar que lo más probable es que en contra de lo dicho por los holandeses, Holanda juegue de una manera muy parecida a como jugó Alemania contra España, y que sus declaraciones a la prensa sean un farol. En fin, quiero decir que tratará de jugar atrás y al contraataque, lo más parecido al alcance de Holanda, que ya veremos en los siguientes párrafos que no es mucho, porque Alemania sube y baja en bloque, y Holanda no, Holanda se parte en dos.

Quizá convenga añadir algo más sobre esto último y, en fin, sobre los que me parecen el principal defecto y la principal virtud de Holanda.

El principal defecto, que defiende bastante mal, en mi modesta opinión. Tal y como acabo de señalar, tiende a partirse por la mitad, es decir, que a los delanteros y a los medios ofensivos les cuesta bajar a defender después de haber participado en una jugada de ataque. Y cuanto más avanza el partido, más les cuesta. Al terminar las jugadas de ataque, tienden a quedarse arriba de palomeros, como diría Iturriaga, con la honrosísima excepción del todoterreno Kuyt, que está en todas partes. Eso crea un agujero en el centro del campo holandés que cualquier equipo con centrocampistas de altura puede aprovechar para hacerle un roto. Brasil no jugó contra Holanda con centrocampistas de altura. Dunga puso a ¡Alves de aguador, a recoger balones de la defensa y conducirlos hacia el ataque! y al descerebrado de Felipe Melo de ayudante, poca cosa para el tamaño del agujero, así que Brasil también se partía en dos.

Ese efecto de desconexión entre la defensa y el ataque holandeses le lleva a dejar muy desprotegidos a sus centrocampistas defensivos, De Jong y Van Bommel, que se ven abrumados por un rival que ataca con muchos efectivos mientras sus compañeros de arriba se echan la siesta. Así que Del Jong y Van Bommel, y la defensa que tienen detrás, con frecuencia no tienen más remedio que sacar el hacha. Holanda ha cometido en lo que va de Copa del Mundo 98 faltas. España, una tercera parte menos: 62. Holanda ha recibido 15 tarjetas amarillas; España 3. Las faltas y las tarjetas no son sólo un indicador de juego duro. Son sobre todo una clara señal de impotencia, de no saber cómo frenar a los adversarios.

Además de quedar con frecuencia muy desprotegidos contra demasiados rivales, De Jong y Van Bommel son muy toscos ya de nacimiento. No necesitan quedar a la intemperie para dar patadas. Muy probablemente van a tener la consigna de no permitir que España circule el balón con fluidez, y para ello sembrarán el centro del campo de faltas tácticas, para interrumpir el juego tanto como puedan. Por eso sería muy importante que el árbitro sacase tarjetas amarillas por reiteración. Además, aunque no tenga la consigna de hacer faltas, Van Bommel tiene la flexibilidad en la cintura la columna de un garage. Xavi e Iniesta se van a dejar algo de pintura en ese partido, me temo.

Si Holanda juega con su habitual dureza, habrá que ver cómo reacciona el árbitro británico. En el partido contra Suiza estuvo muy desafortunado, y no sólo por los errores más repetidos por la prensa, el penalti no pitado y el gol concedido a Suiza en fuera de juego. Me pareció excesivamente permisivo con los contactos e incapaz de sancionar con tarjeta amarilla las faltas reiterativas de un mismo jugador. En cualquier caso, Holanda tendrá que tener cuidado con esa tendencia suya de jugar al borde del reglamento. Podría acabar el partido algo diezmada de efectivos.

La principal virtud del Holanda es su imprevisibilidad en ataque, su enorme creatividad y capacidad de desborde en los uno contra uno, algo que le ha faltado a España en toda la competición. De toda esa creatividad, sin duda Robben es lo más peligroso de Holanda. ¿Sacará Del Bosque a Arbeloa para defender a Robben a pierna cambiada como hizo para defender a Ribery en el amistoso contra Francia? ¿O se decidirá por dejar a Capdevila y defenderlo con ayudas? Yo prefiero la segunda solución por lo que ustedes ya saben, la influencia en el juego de posesión de España de sacar a uno u otro jugador. La mejor defensa contra Robben es el tiquitaca y finalizar las jugadas, para que Holanda siempre tenga que atacar con España replegada y Robben esté rodeado de españoles que se ayudan. Si España tiene el balón, Robben tocará muy pocas pelotas, tanto literal como figuradamente.

De entre las muchas armas ofensivas de Holanda además del desborde de Robben, permítanme que me centre en una, el tiro desde lejos, porque aquí el maldito jabulani puede ser un invitado inesperado a la fiesta. El Ames Research Center’s Fluid Dynamics Laboratory de la NASA ha demostrado que su vuelo es imprevisible cuando supera los 70 kilómetros por hora.



De acuerdo, de acuerdo, los dos equipos juegan con el mismo balón. No obstante, los holandeses son muy buenos chutadores de larga distancia. No estoy pensando sólo en el magnífico gol de Van Bronkhorst a Uruguay. Aunque no ha sido el único en su carrera desde esa distancia y con ese grado de colocación, sabemos que Van Bronkhorst mete un gol de esos cada seis años. Estoy pensando más bien en los grandes especialistas que juegan en Holanda: Robben, Sneijder y Van der Vaart. En el lado español, sólo Xabi Alonso tiene por costumbre intentarlo, aunque Villa también pruebe a veces, casi siempre con resultados pobres en los dos casos. Deben seguir intentándolo, el domingo más que ningún dia.

Parece que el efecto de vuelo errático del jabulani se incrementa en altitud. El partido se va a jugar 1700m. Del Bosque tendrá que tenerlo en cuenta al prerapar su estrategia. De nada servirá lamentarse luego. Seguramente lo más importante para evitar tiros exteriores sea defender encima y lejos de la portería, como España hizo contra Alemania. El riesgo de defender muy lejos es que Holanda tiene mucho mejores regateadores que Alemania, y puede desbordar a una línea defensiva española con un quiebro y quedarse solos ante Casillas, así que habrá que encontrar una distancia intermedia, a diez o quince metros del borde del área, pero no mucho más allá. La segunda consigna tendrá que ser evitar las faltas al borde del área. Ya se hizo, y muy bien, contra Portugal. Cristiano Ronaldo sólo tiró una falta, y fue desde la Conchinchina. Cuando España haya reculado por la presión del ataque holandés, habrá que salir dos a tapar a los tiradores, que a menudo amagan el tiro y filtran un balón vertical a la espalda de los defensores que salen a taparlos. Amagan el tiro y la centran rasa entre las piernas de los defensas. Seguramente sea su jugada más repetida. Seguro que Del Bosque lo tendrá más que visto.

En el lado español habrá que mejorar la eficacia de tiro entre los tres palos, que a día de hoy es patética. Holanda a tirado sólo 80 veces, pero 41 de ellas fueron entre los tres palos. España ha tirado 103, de las cuales 40 han ido a puerta, una menos que Holanda. La importancia de que el tiro vaya a puerta es que el portero puede despejarla hacia alguno de nuestros delanteros, y con este balón, más todavía. No tengo una buena opinión del portero holandés, Maarten Stekelenburg, pero quizá sea culpa mía, que lo he visto poco y justo cuando ha estado más desafortunado. Quizá habría que ponerlo a prueba cuanto antes en el partido, a ver si resulta que tengo razón...

En fin, seguro que hay mucho más que podría decirse. Les animo a que lo añadan ustedes en sus comentarios.

Este blog se acerca a su final. Ha llegado exactamente hasta donde soñaba llegar. Seguro que sabrán ustedes disculparme si después del partido tardo uno o dos días en recomponerme y volver a escribir. Tengan por seguro que habrá una última entrada después del partido, incluso si se hiciera esperar un poco.

Les deseo que disfruten de una gran Final de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. Todavía me tengo que pellizcar al escribirlo. ¡Muchos ánimos a todos!

miércoles, 7 de julio de 2010

Alemania 0 - España 1

¡GRACIAS, DEL BOSQUE!¡GRACIAS, DEL BOSQUE!¡GRACIAS, DEL BOSQUE!

Por oir nuestras plegarias, por jugar con cinco jugones y luego con seis (hoy le perdono todo y hasta le cuento a Xabi Alonso entre los jugones), por sacar a Pedro, y luego a Silva, y también por sacar a Torres. ¡Así juegan los entrenadores valientes, yendo a por el segundo y a matar el partido! ¡GRACIAS, DEL BOSQUE, PORQUE ESPAÑA ES FINALISTA DE LA COPA DEL MUNDO 2010!

Y ahora, pasadas unas horas y todavía con bastante resaca de fútbol y alegría, repasemos el partido.

Lo primero, como siempre, debe ser felicitar al rival. Alemania ha hecho un campeonato espléndido y jugó un partido de una deportividad exquisita. Esta generación de jóvenes atrevidos y creativos le va a dar más de una alegría a Alemania en los próximos años. Se volverán a encontrar con España, seguro, y tendrán otra oportunidad de revancha.

Respecto al partido, poco hay que decir que no sepan ya ustedes, pero intentaré señalar algunos aspectos que me parecieron importantes y poco atendidos por la prensa.

Pedro lo cambió todo, y sin embargo, no fue él, sino el estilo el gran cambio respecto de otros partidos de España en lo que va de Mundial. Pedro pudo ser Silva o Mata, y seguramente habríamos visto un partido similar. Incluso un zurdo trazando diagonales a pierna cambiada podría haber aportado otras cosas, y si el zurdo jugase además desde hace años con Villa en el mismo equipo... Sea como fuere, salió Pedro y fue otra España, una España reconocible, que por primera vez en mucho tiempo sabía a qué jugaba. Lo que hizo a España dominante fue la presencia de ese quinto jugón, se llamase como se llamase, un acompañante entre líneas móvil y participativo para ayudar a Xavi e Iniesta, por fin.

Gracias al quinto jugón Alemania no tuvo superioridad numérica en el centro del campo, al contrario que Chile, Portugal y Paraguay, y no pudo robarle el balón a España. Por eso Alemania creó menos ocasiones de peligro que Chile, Portugal y Paraguay. La mayor parte de la prensa y algún jugador han dicho que Alemania robó menos balones y que España jugó mejor porque el fútbol europeo le va más a España, porque la presión de esos otros equipos fue mejor, más adelantada (en el caso de Chile o Paraguay) o más dura, con más patadas y más faltas. Se equivocan. Parecen haber olvidado que en esos otros partidos, en cuanto Del Bosque puso al quinto jugón en el campo (Fábregas), se comenzó a burlar la presión al primer toque y se empezaron a crear ocasiones (contra Chile, véase el breve video que figura en la entrada anterior titulada "10 minutos muy locuaces") o se consiguió un penalti y se marcó un gol (contra Paraguay).

Con cinco jugones en el campo España retrocedió dos años en la máquina del tiempo hasta los partidos contra Rusia en la Eurocopa de 2008. Volvió allí donde Del Bosque decía en la entrevista radiofónica de la noche previa al partido que he reproducido en este blog (véase la entrada anterior a esta) que no había que volver, donde nos habíamos quedado parados Alfredo Relaño y un servidor. ¿Quiso despistarnos a todos?¿Le estaba mandando pistas falsas a Löw, el seleccionador alemán?¡Bendito regreso al pasado!

De hecho, España jugó mucho mejor contra Alemania anoche que en 2008. Aquella final en Viena fue seguramente el peor partido de la selección española en toda la Eurocopa. El equipo salió muy nervioso, muy tenso, y aunque consiguió dominar los nervios a medida que avanzaba el partido, no llegó a calmarse completamente hasta el pitido final. Panda beer en un comentario a una entrada anterior señalaba que la posesión en aquella noche en el Pratter de Viena no fue muy alta, y tenía razón (aunque creo que fue un poquito más alta de lo que él señalaba), porque aquello no fue tiquitaca del bueno. Aquella España no llegó a soltarse nunca. Lo de anoche sí. Lo de anoche fue tiquitaca de muchos quilates contra una Alemania mejor que aquella.

Desde fuera es muy difícil leer a Del Bosque. Por sus declaraciones no está del todo claro si con Pedro realmente sólo buscaba verticalidad y presión y fijar a Lahm para que no subiera, como respondió sorprendentemente a los periodistas tras el partido. Si de verdad sólo buscaba eso, sin ninguna mención al fútbol control, a la intención de desgastar física y psicológicamente a los alemantes haciéndoles correr detrás del balón, a la estrategia de esconder el balón para que no pudiesen contraatacar nunca... entonces se encontró con todas esas consecuencias, en fin, con el tiquitaca, sin esperarlo. Me resulta difícil de creer.

No obstante, Del Bosque ha dado tantas veces la apariencia de no entender bien el juguete que heredó del anterior entrenador que a estas alturas ya no sé qué pensar. Si realmente entiende que ese es el arma letal de España y cómo funciona ¿por qué no jugó con el mismo planteamiento de cinco jugones en los demás partidos, con la excepción de la primera parte contra Suiza, como le pedíamos muchos de rodillas? ¿Lo habrá estado reservando a propósito hasta el partido más exigente? Quizá, no sé, puede ser. En su inclinación a no dar pistas al rival tal vez haya querido esconder el arma secreta hasta llegar a estas alturas de competición. Si es así, o es un loco o es un genio, porque Paraguay estuvo a punto de mandar a España a Barajas. Estuvo a punto, pero no la mandó a Barajas. España está en la final. Debe de ser un genio.

Permítanme que dirija ahora su atención hacia lo menos obvio, hacia un factor del que he hablado poco en este blog (excepto tras el partido contra Suiza) y que ningún medio menciona a pesar de ser lo más importante siempre en la alta competición: la actitud psicológica. Sobresaliente para España y para Del Bosque. Jugar una semifinal de un Mundial por primera vez en su historia con esa seguridad insultante, con esa confianza en sí mismos, con esa claridad de ideas, con serenidad y en plenitud de tensión competitiva es muy difícil y nunca casual: el equipo técnico de la selección tiene mucha responsabilidad en ello. Es verdad que la mayoría de los españoles tienen mucha experiencia en partidos de ese nivel, que han jugado muchas semifinales y finales, que han ganado muchos títulos, y que eso les da mucha confianza y una relativa autonomía psicológica. No obstante, esa seguridad individual se desestabiliza con facilidad.

Hay mucho ruido alrededor de la selección, mucho familiar por allí cerca, mucho mensaje de texto por el teléfono móvil, mucho Internet, mucho bloguero crítico y pesado como el que esto escribe, mucha entrevista eufórica, expectante, exigente, presionante. A pesar de todo el ruido y toda la presión, la estabilidad emocional del equipo es espléndida, en gran parte gracias al ambiente que supo crear Luis Aragonés, a la hercúlea fuerza psicológica que da la unión que se ha creado en ese grupo, y en gran medida también a la siempre adecuada actitud Del Bosque y seguro que también de su equipo. A la vista está. No hace falta que añada que de esta victoria tan contundente, tan brillante, tan inapelable, esa estabilidad emocional y esa confianza en sí misma de la selección española salen muy reforzadas para la final.

Si hubiera que mejorar algo en el aspecto psicológico sería en los últimos metros. Ahí sigue habiendo demasiada ansiedad, repetida en todos los partidos, desde el primero hasta el último. Lo señalé el día de Suiza, y no ha mejorado nada. Iniesta, Pedro, Villa, Alonso, Ramos, incluso Xavi Hernández tuvieron tiros francos en algún momento y, sin embargo, o bien decidieron no tirar, o bien tiraron precipitadamente, sin colocar bien el cuerpo, sin dirigir bien el tiro entre los tres palos. Ese es un indicador de falta de tranquilidad, de exceso de ansiedad ante el gol, de miedo al fallo o de darle excesiva trascendencia a meter un gol en un Mundial. Es labor del equipo técnico mitigar esa ansiedad, canalizarla y darle la vuelta como a un calcetín, para dirigirla positivamente. Rafael Nadal parece que va a ir a Sudáfrica a ver la final. Ya podría pasarse por la concentración y darles algunas pistas de cómo canalizar la ansiedad de ver venir la bola franca de un punto de set o de partido y ponerla con intención en el sitio adecuado sin que se le encoja el brazo.

Del Bosque estuvo muy bien toda la noche, con la alineación y los cambios, al plantear la brillantísima estrategia en los córners que no salieron por muy poco, y también al aceptar la sugerencia de Puyol de incorporar al repertorio el córner ensayado en el Barcelona, con el que Puyol marcó en el 6-2 al Madrid, y que le dió el gol a España (¡Gracias, Guardiola!). Ahora bien, si estuvo majestuoso en algún momento fue en sus palabras al terminar el partido, cuando se acordó del trabajo de las canteras, de las selecciones inferiores, de los jugadores que han intentado lo mismo sin conseguirlo, de los que participaron en la clasificación sin poder estar y de sus predecesores en el cargo. Hoy hay que acordarse de todos ellos y de todos nosotros, de los niños que fuimos y de nuestros sueños frustrados, de los padres que somos y de nuestros hijos ilusionados, de nuestros años de decepciones, de nuestra pasión por este juego, de toda esa afición que hace posible el fútbol de base, de los patios de los colegios, de los partidos en la playa, en las eras, en los prados, en los descampados, de los jerseys y las mochilas por porterías, de la ley de la botella, de las ligas de barrio, comarcales y regionales, de los campos de hormigón, de los de tierra y de los de hierba llena de calvas y, por supuesto, de todos aquellos españoles que nos dejaron sin haber podido vivir nunca algo parecido.

Todos estaremos el domingo jugando en Johanesburgo, aunque muchos despertemos por el dolor de haberle dado sin querer una patada a la mesita de centro en nuestras casas o a la silla de algún vecino en el bar. Todos estaremos allí en nuestra imaginación, pero algunos deberían estar allí físicamente. En este trance histórico, no ya la Real Federación Española de Fútbol, sino el país entero, tiene una deuda con todos los que han jugado con la camiseta de la selección española absoluta alguna vez en su vida, o como mínimo con los que hayan jugado en algún mundial. Incluso en un año de crisis, la Federación debería ofrecer una entrada, billete de avión y dos noches de hotel a cada uno de ellos para la final. Seguro que dan dos palmadas y en este año de miserias les salen media docena de patrocinadores para financiar los gastos y grabar un documental que nos haga llorar en los años venideros. No podrán ir todos. Seguro que no podrá la mayoria. Pero los que puedan representarán a muchas generaciones de esfuerzo colectivo por fin reivindicadas un 11 de julio de 2010. Por Dios, qué alegría.

martes, 6 de julio de 2010

La pera limonera

El Larguero, 7 de julio de 2010:
De la Morena: "Cuando usted oye los Sanedrines de cosas que usted sabe más que nosotros ¿qué siente?"
Del Bosque: "Je, je, bueno, que [en] algunas cosas estoy de acuerdo y en otras no, claro."
De la Morena: "Alfredo [Relaño] dice que la nube de tocones que es... la que toca siempre, je, je."
Del Bosque: "A Alfredo [Relaño] le voy a decir...[no se entiende bien] que es un pesao."
De la Morena: "¡Pero si Alfredo [Relaño] y usted hicieron la mili [el servicio militar obligatorio, hoy extinguido] juntos, je, je, je!
Del Bosque: "Joer... mecagoen... Está como mi padre, que se quedó parao en el 39 [año en que acabó la Guerra Civil española], el pobrecillo con todo lo que sufrió... Alfredo se quedó parado en Capel y en junio del 2008."

Yo también, lo confieso, me quedé parado en junio de 2008, en el descubrimiento de un estilo propio para España, por fin. Un estilo que sacaba lo mejor de sus mejores jugadores. Un estilo que recibió la admiración mundial. Un estilo que trae resultados, no sólo aplausos. Yo también pienso, como Alfredo, que lo que no estaba roto no había que arreglarlo.

Yo también, como Alfredo Relaño, me quedé parado en el espanto de ver que en agosto de 2008, a menos de dos meses de la victoria en Viena, Del Bosque convocaba y sacaba a jugar a Capel, un conductor, no un jugador combinativo, un tipo de jugador que no encajaba con el estilo del tiquitaca de ninguna manera, por muy en forma que estuviese. ¿Dice que no quería cambiar nada? Repasen las hemerotecas. En aquel entonces, recién asumido el cargo, Del Bosque se explicó diciendo que era normal que él, como todo entrenador, quisiera "dejar su propio sello" en el equipo; que iba a tratar de "mejorar" lo que había recibido con "un juego más directo"; que iba a añadir "más verticalidad" al juego de España pero manteniendo, por supuesto, el mismo estilo que nos había hecho campeones de Europa. Por supuesto, manteniendo el círculo, se disponía a dibujar un cuadrado; manteniendo el limonero, se disponía a recolectar peras, peras limoneras. Ni entonces ni anoche ningún periodista le preguntó cómo tal cosa era posible.

Desde entonces no ha cesado de experimentar, o dicho de otro modo, que pone de manifiesto la contradicción entre sus palabras y sus hechos, no ha dejado de dar bandazos, sobre todo por las bandas. De Capel pasamos a Riera, otro conductor, y de él a Navas... más y más palos atravesados entre los radios de la rueda del fútbol combinativo. Hemos tenido unos cuantos dibujos asimétricos, pases de 40m de Xabi Alonso y melonazos de Navas a la olla, a Xavi Hernández de enganche de espaldas a la portería y a Llorente de hombre diana, a lo Julio Salinas. España vuelve a jugar como siempre, como con Miguel Muñoz, como con Clemente, como con Iñaqui Sáez, como con Camacho, pero gana como nunca, porque esta generación tiene una calidad a prueba de entrenadores. Ahora se gana sufriendo y penando, pero se gana casi siempre. Y mientras se gane, la prensa contenta.

Pues sepan ustedes, señores de la prensa, señor seleccionador, que buena parte de la afición no está nada contenta, y que no lo ha estado tampoco durante los dos años de fase de clasificación. Nos parece que se infrautiliza al equipo de un modo flagrante y que se está jugando con fuego. Nos va a matar usted de un infarto o de un disgusto, don Vicente. ¡Qué difícil es escribir esto desde una semifinal de la Copa del Mundo por primera vez en la historia! Sin embargo, hay que decirlo ahora, como se lo tendría que haber dicho un brasileño a Dunga o un argentino a Maradona, antes de que la euforia de la victoria o el dolor de la derrota nos provoquen amnesia o nos nublen el juicio.

Esta selección española puede enamorar al mundo con su fútbol. Lo hizo en el 2008 y no hay ninguna razón para no volver a hacerlo con los mismos jugadores. Al contario, hay una fundamental para repetirlo: jugando así es más probable ganar; abandonando ese estilo es más probable perder. Ojalá que Del Bosque rectifique conra Alemania y podamos disfrutar de una España dominante y combinativa, que quiere el balón y lo trata con inteligencia y paciencia, que agota al rival y crea ocasiones, ojalá que volvamos a ver a la España del tiquitaca. Ojalá que no permita la superioridad numérica alemana en el centro del campo. Ojalá que saque a cinco jugones a jugar y ganar como antes. Es verdad, lo reconozco, me he quedado parado en junio del 2008, en el día que descubrimos la fórmula para derrotar a Alemania enamorando a los propios alemanes. Ojalá que volvamos a aplicarla.

lunes, 5 de julio de 2010

Alemania - España, Reflexiones previas

Salvo sorpresa de última hora, Alemania repetirá la estrategia que utilizó contra Argentina, la misma que usaron Chile y Paraguay contra España. En posiciones de defensa, planteará un 4-5-1 con el que buscará la superioridad numérica sobre los españoles en el centro del campo. El entrenador de Alemania, Joachim Löw, cuando su equipo defiende, deja a Ozil arriba y mete en el centro del campo a formar parte de la jauría de cinco lobos al incansable y agresivo Klose. Luego, al desplegar el contraataque, Ozil cae a una banda y Klose entra por el centro.

Los contraataques los arman así: cinco jugadores alemanes pueblan el centro del campo con una presión muy agresiva, y cuando roban el balón buscan a un jugador de espaldas a la portería, normalmente Ozil, que desgarga al primer toque hacia sus compañeros que vienen de frente o hacia un extremo; quien recibe debe pasar también al primer toque hacia adelante, normalmente a un hueco vacío por el que avanza alguno de los alemanes que se despliegan y quien recibe centra o hace lo posible por finalizar la jugada, aunque sea con un tiro lejano. En tres o cuatro pases terminan sus jugadas de gol.

La estrategia más eficaz para neutralizar el contraataque alemán es una al alcance de la selección española y de muy pocas selecciones más en el mundo. Contra lo que podría pensarse, no se trata de acumular más defensas, ni de poner defensas más rápidos, ni de no abrirse demasiado o de atacar con mucho cuidado y mucho miedo. No se trata de ponerse más calcetines, sino un sombrero (vease la entrada anterior de este blog). El antídoto más eficas es, en efecto, no perder nunca el balón, sobre todo en el centro del campo, y terminar las jugadas, para que Alemania tenga que sacar de puerta o de centro y España pueda volver a colocarse. La idea es muy sencilla: si Alemania no roba balones, no puede contraatacar.

Ya habrán adivinado los lectores habituales de este blog cómo conseguir el objetivo de no perder nunca balones en zonas peligrosas. En efecto, jugando con cinco centrocampistas que pongan la paridad numérica en el centro del campo y aprovechen su superioridad técnica para burlar la presión alemana. (La otra solución, naturalmente, sería marcar primero, pero desgraciadamente eso no es controlable de antemano.)

España debe presionar a los defensas alemanes la salida del balón. En especial el lateral izquierdo, Boateng, tiene muchos problemas para sacar el balón jugado bajo presión. La pierde con frecuencia y propicia jugadas a contrapié a poco que se le apriete.

Esta Alemania juega a ráfagas. Los quince primeros minutos contra Argentina fueron un huracán alemán, pero en el resto de la primera parte Alemania se desinfló ofensivamente. El primer tiempo terminó 1-0. Alemania volvió a tener unos minutos mágicos en la segunda parte en los que hizo dos goles, en el minuto 68 y en el 74, y volvió a desaparecer hasta el último contraataque, en el minuto 88. Eso sí, nunca dejó de aplicarse en defensa y en la presión.

Si España desplegase el juego de pase y control constante del partido del que es capaz, si consiguiese hipnotizar a Alemania con el tiquitaca, minimizaría esas ráfagas de euforia que tanto fruto le han dado hasta ahora a la selección centroeuropea. En cambio, si España vuelve a jugar una vez más en inferioridad numérica en el centro del campo contra equipos presionantes, el riesgo de que Alemania robe un balón y marque primero será muy alto.

Y Del Bosque ¿que pensará de todo esto? ¿Se lo preguntará algún periodista sagaz antes de que haya decidido la alineación y la estrategia del partido?

domingo, 4 de julio de 2010

Los pies y la cabeza

"Si tienes los pies fríos, cúbrete la cabeza", dice un refrán de origen desconocido que aprendí en tierras de inviernos gélidos. Cuántas veces nos habremos puesto tres pares de calcetines y habremos seguido teniendo los pies helados. Cuántas veces el entrenador habrá puesto más delanteros en el campo y su equipo habrá creado todavía menos ocasiones que antes de hacer los cambios. Cuántas veces habrá metido a otro defensa y a su equipo le habrán creado todavía más ocasiones.

Las soluciones menos obvias, que recorren caminos aparentemente mas sinuosos, a veces son mucho más efectivas que las aparentemente más directas. La cabeza es la mayor superficie del cuerpo humano expuesta a la intemperie y, por lo tanto, la parte del cuerpo por donde se pierde más calor los días de frío. Cúbrase la cabeza, en especial las orejas, y verá que contentos se ponen sus pies.

No tengo el placer de conocer a Del Bosque, ni a nadie que me pueda informar sobre sus procesos mentales. Lo que aparenta desde fuera, espero que me sepa disculpar si me equivoco, es que tiende a pensar en soluciones directas y a desdeñar las menos obvias. En su mentalidad de entrenador clásico, los defensas defienden, los centrocampistas ayudan en la defensa y organizan, los extremos centran y los delanteros rematan. Para Del Bosque, como para el gran Boskov, el futbol es muy simple. Fútbol es fútbol. La diferencia entre los equipos la pone la calidad de los jugadores.

En realidad, la solución de cubrirse la cabeza cuando se tiene frío tambien es muy simple. En cambio, el razonamiento que lleva a ella, no tanto: es el producto de haber comprendido cabalmente el problema que se quiere solucionar sin dejarse distraer por el síntoma. Porque cuando se tiene frio en los pies el síntoma nos pide a gritos otro par de calcetines y cuando se va perdiendo el síntoma nos pide a gritos otro delantero.

Esta España de Del Bosque en el Mundial de Sudáfrica crea pocas ocasiones, mete pocos goles, traspasa pocas veces la línea defensiva rival y pisa poco al área contraria. Tira muchas veces, pero desde posiciones muy malas, casi nunca entre los tres palos. Tiene bastante posesión, pero le saca muy poco jugo. En pocas palabras, tiene poca verticalidad. Las soluciones más obvias son o bien meter a otro delantero o bien a uno o dos extremos. Ya las ha probado todas, con resultados decepcionantes.

Haría bien Don Vicente en comprarse un buen gorro o un sombrero y meter al menos a un centrocampista más desde el inicio; incluso dos si se atreviese. Él tendría los pies calientes y el equipo no sólo dominaría más el juego, cansaría más al rival y estaría mas seguro en defensa, sino que además crearía mucho más peligro y la mayoría de los partidos se decantarían a su favor con mucha menos angustia.

sábado, 3 de julio de 2010

Paraguay 0 - España 1

¡SEMINFINALES!

Enhorabuena a Paraguay, porque no lo puso fácil. El mejor de Paraguay, Gerardo Martino, que nos sorprendió a todos, al espía de Del Bosque y a quien esto escribe los primeros. Paraguay no jugó "como Chile, pero 15 metros más atras", como apuntaba el espía español, sino 20 metros más adelantado, presionando hasta a Casillas. Desde luego, no esperó a España en su campo como vaticinaba yo a la vista de su juego en otros partidos y de lo que habían hecho antes Estados Unidos y Suiza. Sus declaraciones del dia anterior fueron muy eficaces: nos despistaron a todos.

España perdió el centro del campo desde el primer minuto. Las líneas de pases tapadas, la superioridad numérica paraguaya en esa zona tuvo efectos todavía más abrumadores que la superioridad numerica en el medio que plantearon Chile y Portugal. El partido fue muy trabado, muy feo. Los frecuentes robos de balón de Paraguay buscaban la movilidad de sus puntas con mucho peligro. España ni movía el balón con fluidez ni llegaba a la portería contraria. Todavía peor, los españoles estaban obligados a hacer grandes esfuerzos, con mucho campo que recorrer y pocos apoyos de pase. Paraguay era mejor.

Una vez más, la selección española pedía a gritos un centrocampista más. No se trata de purismo: era una necesidad práctica del equipo, ahogado en la zona de creación y con sus puntas muy aislados, con el equipo demasiado estirado y con Iniesta sin participar, enviado a penar por una banda que no es donde más brilla, la derecha.

En el peor partido, con el peor juego, cuando no se había tirado ni una sola vez a portería en la primera parte, cuando España estuvo a punto de ir por detrás del marcador si Casillas no para un penalti, Del Bosque acertó con los cambios. Por fin entró Fábregas por Torres, y más tarde Pedro por Xabi Alonso. A Pedro lo envió a la banda derecha, y cambió por fin a Iniesta a la izquierda. Defensivamente, el equipo no se resintió lo más mínimo. Ofensivamente, se controló el balón, empezaron a desgranarse las ocasiones, y llegaron un penalti y el gol.

La cantidad de jugones sobre el campo es clave. Lo dejo muy clara la entrada de Fabregas contra Chile y contra Paraguay. Ese habría tenido que ser el planteamiento inicial, y puesto que no lo fue, tendría que haber habido una rectificación mediada la primera parte. La hubo en la segunda parte y el partido cambió. Enhorabuena, Del Bosque. Más vale tarde que nunca. Nos espera Alemania. Ojalá que Don Vicente haya aprendido de sus errores y de sus aciertos.